"Me llaman el último molinero, pero tengo que explicarlo, yo no soy molinero, soy carpintero", explica Miquel Ramis, el único restaurador de molinos que queda en Mallorca. "Antes, los carpinteros y herreros hacían de todo, mi padre tenía una carpintería y, junto con el herrero vecino, arreglaban molinos, carros, barreras, persianas, hasta que me especialicé y dediqué en exclusiva a su restauración", apunta. Es la tercera generación dedicada a la madera, en marcha desde 1952 cuando su abuelo, por motivos de salud, aprendió el oficio.
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